Historia de la ciudad
Beas de Granada es naturaleza, paz, tradición. Un pueblo con todas las letras, rural, de verdad. Un pueblo que acoge a los foráneos y los envuelve en su cultura e infatigable quehacer rural: siempre hay unas gallinas que ‘aviar’, unos leños que llevar a la chimenea y unos tomates que labrar. Y es que Beas se define, sin duda, por su gente. Unos vecinos ilusionados por las alegrías venideras, curtidos en el trabajo y sobrepuestos a las dificultades del pasado. Un pueblo que avanza con la cabeza alta sin olvidar sus raíces, su historia, a sus antepasados.
Beas es aroma a pimientos asados y humo de chimeneas en los meses de invierno y al revitalizante viento de Sierra Nevada en verano. Es el rumor de la naturaleza, el canto de los pájaros, las cajas repletas de uvas recién cosechadas, el “¡adiós!” con que se saludan sus vecinos cuando se cruzan por las calles bajo picantes que se secan al sol colgados de los balcones.
Este municipio granadino, enclavado en el Parque Natural de la Sierra de Huétor, está situado a 1.072 metros sobre el nivel del mar y flanqueado por los numerosos cerros que componen la Sierra de Beas: suaves lomas cubiertas de brezos, olivos y algunas encinas que sobreviven al tiempo. Vigilante centinela blanco, al sur, observa Sierra Nevada fundiéndose con los grises y los azules del horizonte. Y es que Beas es, también, un fotogénico mirador donde sentarse para observar los infinitos paisajes que avanzan a su alrededor, cubiertos con un manto de estrellas por la noche. Desde la cima del Cerro de Buenavista o del Cerro de la Cruz, el horizonte sobrecoge.
Por su localización privilegiada, históricamente fue un portal de comunicación entre la zona norte de La Vega y las sierras que rodean la ciudad de la Alhambra, siendo punto de paso obligado para acceder a Granada desde la zona de Acci (actual Guadix) y un enlace entre la Sierra de la Alfaguara y Sierra Nevada. Es por ello que la primera referencia que se tiene de Beas corresponde a la época romana, donde nació como ‘casa de postas’ en el cruce de caminos y de la que aún se mantienen unos lagares de vino en los alrededores. De ahí surge su nombre Viax (via-Ax, la vía que lleva a Guadi-Ax).
Ya con la dominación árabe se convirtió en una alquería donde residían una veintena de familias en los alrededores de un castillo hoy desaparecido y del que se están recuperando documentos. Su población se dedicaba eminentemente a la agricultura de secano y al negocio floreciente de la morera para la cría del gusano de seda, que en dicha época reportaba buenas ganancias.
Fue, en ambas épocas, un paso obligado de abastecimiento para viajeros y un enclave geoestratégico para su uso en acciones militares o estrategias mercantiles.
Tras la Reconquista, las tierras y casas de este municipio fueron repartidas entre Francisco de Bobadilla y los moriscos. No obstante, estos últimos fueron hostigados con fuertes impuestos hasta que se rebelaron y fueron expulsados. Durante la revuelta se incendió parte de la iglesia, aunque fue restaurada y se encuentra en plena vigencia para todos los actos religiosos. Expulsados los moriscos, apenas quedaron una veintena de personas en el pueblo y se repobló la zona con colonos llegados de Castilla, León, Asturias y Galicia.
A pesar de su carácter rural y de estar inmerso en la naturaleza, apenas le separa veinte minutos en coche de la capital granadina, lo que convierte su camping con casitas rurales en un lugar perfecto para alojarse en una visita a Granada, sobre todo en verano, donde sus más de mil metros de altitud suavizan las temperaturas y casi obligan a usar algo de abrigo por las noches mientras en la ciudad sobreviven abusando del aire acondicionado. Quienes decidan hacer una visita gastronómica pueden deleitarse con los embutidos artesanos, las jugosas carnes a la brasa o los platos más tradicionales, como las ‘gachas’ o la carne de choto al ajillo.
Por último, para aquellos que disfruten del senderismo, las opciones son variadas. Desde el Paseo de los Tristes, a las faldas de la Alhambra, se puede tomar el Camino Histórico de Beas, que discurre, por un sendero fresco y frondoso, junto al río Darro durante 11km hasta llegar al municipio. Y son varios los caminos que pueden tomarse para recorrer los parajes frescos y frondosos del Parque Natural de la Sierra de Huétor.